Me preguntan ¿Cuál es tu miedo? Y como siempre, lo escucho, pienso, analizo. Lo doy vuelta de un lado y del otro. ¿A que le temo? Enamorarme, no lo creo, me sucedió algunas veces. No soy del tipo flores y corazones, no me siento cómoda con el romanticismo ni me gusta que empalague. Pero si, he sentido la necesidad de la cercanía o me ha embobado alguna sonrisa, pensé mucho a algún idiota o espere encontrarlo de casualidad. Sé que se siente, y no me asusta. ¿Amar? También lo sé. Cada segundo que respiro amo. Amo el café, el olor de las especias, amo el verano más que la primavera. Amo el mar, los atardeceres, viajar, las risas. Amo a mi familia más de lo que pueda llegar a explicar. Mi problema no es amar, porque sé que puedo dar todo de mí y sé que eso es el amor.
¿Mi miedo? Durante mucho tiempo creí que era el compromiso. Me decías la palabra con c y se me hacia un nudo en el vientre, me desesperaba. Es verdad que no soy la típica chica convencional que sueña con casarse, y si alguna vez tal cosa sucede… Bueno, no creo que suceda. No me gustan las ataduras, esa idea de poseer al otro. Nunca quise que alguien fuera mío ni ser suya. Tal vez, escuche demasiado la frase ``Soy del viento´´ y me pego fuerte.
Ahora, tema complicado. Siempre pensé que la fidelidad no existe. Hay quienes me miraron como bicho raro, otros se indignaban o justificaban mi pensamiento con la falta de experiencia. Claro está, difícilmente, cambie de parecer. Un día, alguien que no esperaba me dijo que estaba equivocada. Que no eran todos iguales, me dio argumentos y ejemplos que podrían ser fácilmente rebatibles. Yo le diría a esta persona, no se puede creer en algo que no se lleva a cabo y que uno juzga a partir de lo que ve. En ese momento solo dije- Bueno, es más fácil no creer y no pedirla.- Con el tiempo reformule mi creencia. La fidelidad existe y está en peligro de extinción. Es verdad, la regla general es todos los hombres son iguales. Pero toda regla tiene sus excepciones y en la actualidad, las mujeres también abarcamos bastante en el terreno de infieles. Entonces, mi conclusión fue… Yo no pido fidelidad, creo en el amor libre. ¿Y esto que significa? Comprometerse sin poseer, dar sin esperar, hacer lo que uno siente cuando lo sienta, ser leal y sincero con uno mismo para poder serlo con los demás. Y es que conozco tanto de la mentira y lo que se oculta que ya me hastía.
Creo que me fui por las ramas, es la costumbre. Entonces, no era el compromiso, fui más profundo. ¿Sufrir? Tengo 23 años, quienes apenas me conocen saben que soy desprejuiciada, sarcástica, descreída de mucho, soberbia. Creo que no hay quien pueda dudar de que mis hermanos son mi existencia entera, y que me importa muy poco lo que la gente piense de mí. Eso es lo que muestro y para muchos, eso soy. Pero yo también sueño despierta; me sonrojo aunque no tenga vergüenza, me enojo y se me pasa en minutos; pienso mucho, digo poco. Sigo llorando mis perdidas; mi abuela, mis angelitos, la chica que fui y se rompió. Amores que no fueron por cobardía propia, amigos que no lo eran y otros que aunque si, se desvanecieron. La vida que pude tener pero que sacrifique porque era lo más fácil. No temo sufrir, es lo único que hace apreciar los momentos felices. Es parte de la vida que recorremos, ying y yang, no hay uno sin el otro.
Finalmente, y después de tanto histeriqueo, mi miedo más grande es verme vulnerable. Porque yo siempre soy la fuerte, la que se ocupa. Yo no pido ayuda, la doy. Siempre entera, siempre inamovible. Y vi que mi miedo al compromiso no pasa por descreer de la fidelidad sino porque conlleva entregarse. Dar tu ser, tu alma y perder el control. Si yo cediera, si cayera en la trampa, tal vez, esa persona vería en mi lo que ni yo quiero. Dentro de esta mujer despreocupada a la que le importan poco las reglas, también existe una niña de 14 años que escribe canciones de amor, idealiza el mundo y cree en la magia.
Hubo una vez, una chica que abrió sus ojos y vio la verdad de este mundo. Era tenaz pero sensible, demasiado quizás. La realidad que ella siempre conoció estaba llena de suciedad bajo la alfombra. De alguna manera creció de golpe, fue adulta y resistió; pero en el proceso perdió mucho de sí misma. Dejo atrás las muñecas, los juegos de niños. Se puso en la espalda un rol que le iba bien; fue en parte mamá, amiga, hombro en el cual apoyarse; fue la persona de alguien y lo va a seguir siendo siempre. Fue juez y verdugo de su antecesor. Se equivoco, se autodestruyo de muchas formas. Pisoteo su autoestima hasta odiarse y toco fondo. Tuvo que escarparse, vivir pesadillas constantes y pánico hasta que se aisló. Entonces, se vio al espejo y vio que no importaba donde estuviera. No podes escaparte de vos mismo. Chavela Vargas dijo- `` Uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida´´- Y ella volvió a su lugar en el mundo, su familia. Amó y ama desmesuradamente, tanto que duele. A veces, incluso cree, que ya no hay lugar para nadie más. Se equivoca…
Con el paso del tiempo conoció personas que la ayudaron a reformarse. Poco a poco se reconstruyo pero nunca fue la misma. Esa chica sigue guardada en algún lugar muy profundo, lejos de la verdad que en ocasiones puede ser cruda y cruel para su corazón sensible.
Y aun así, acá estoy, devolviéndola a la vida por un rato…